Emprendedor, socio y dueño de espacios icónicos como Muy Güemes, Microteatro, Casa Chabacana y Bodegan, Emilio Bruno es reconocido por su visión comercial y su apuesta constante al desarrollo gastronómico y cultural en Córdoba. Pero esta vez, en su paso por el ciclo “Bien Cordobés”, dejó ver una faceta menos conocida: la del hombre que se animó a hablar de sus miedos, sus orígenes, el desafío de ser padre y lo que realmente lo mueve a emprender.
Bruno nació en Laboulaye, en el sur cordobés, y como muchos jóvenes del interior, tuvo que dejar su casa a los 17 años para estudiar y trabajar en la capital provincial. “Yo soy uno más de los mil jóvenes que terminan la secundaria en su pueblo y sí o sí tienen que irse a buscar un mejor futuro. Mi viejo siempre me marcó que de Laboulaye me tenía que ir”, contó.
Tras la apertura del cepo, Idesa pide avanzar con las reformas estructurales
Tras un paso breve por abogacía, encontró su rumbo como Corredor Inmobiliario y Martillero Público. A modo anecdótico contó que su primer sueldo lo usó para comprarse la moto que soñaba desde chico. “Fue una inconsciencia total, pero era algo pendiente”.
¿Cómo se gestionaron sus proyectos?
Desde entonces, no paró. Empezó trabajando en una inmobiliaria, y a los 21 ya tenía su título. Su primer emprendimiento fue un kiosco que subalquilaba locales frente al Buen Pastor. Más tarde llegaría el gran salto con la creación de Muy Güemes, una galería que se convirtió en emblema del barrio. “Fue por equivocación, quería alquilar un terreno para un parking, pero terminé convenciendo al dueño de que podía ser una galería. Vendí el auto para arrancar el proyecto. El día de la inauguración había 500 personas y yo no tenía ni para volverme a casa en taxi”.
Retenciones al campo: para Carlos Gutiérrez “es un apriete muy burdo”
Lo que siguió fue una racha de proyectos: Casa Chabacana, galerías gastronómicas en General Paz, Microteatro, Mercato, y más. Aunque no todos funcionaron como esperaba, Bruno afirma que no se mueve únicamente por la rentabilidad. “A mí me tiene que mover algo más allá del negocio. Hice cosas sabiendo que no iban a funcionar”.
Su sensibilidad también aflora cuando habla de la paternidad. “Como papá me volví extremadamente vulnerable. Conocí lo que es el miedo. No sé si estoy preparado para que mi hija se vaya de casa en cinco años, como me fui yo”. Y agregó: “Mi mujer, mi hija y yo somos lo más fuerte que tengo“.
Negocios afuera… ¿Si o no?
Sobre sus intentos de expandirse fuera del país, cuenta que apostó por Chile y Paraguay. “Fui en búsqueda de un mejor futuro. No me veía viviendo allá, pero sí emprendiendo“.
Sin embargo, hoy descarta la idea de trabajar o proyectar fuera del país. “Tengo claro que mi ciudad es Córdoba y acá es donde tengo que dar pelea“, afirma con convicción. La distancia de su familia y amigos, y el tiempo que implicaba estar lejos, lo llevaron a valorar aún más su lugar de pertenencia.
Causa Márquez y Asociados: “Hay un alto grado de desvío de fondos a otras actividades”
Con los pies en Córdoba y el corazón en su casa, Bruno valora profundamente los momentos de calma y conexión personal. “Disfruto mucho de estar en mi casa. Mientras tenga mate, yo no me aburro. Soy feliz de no hablar con nadie un fin de semana y estar tomando mate”, confiesa. Esa sensibilidad también se traslada a sus prioridades: “¿Querés ganar dinero? Bueno, eso quizás te lleve a que pierdas tu familia“, reflexiona. Por eso, hoy su foco está en su ciudad, en su núcleo íntimo y en entender que emprender también implica asumir límites: “Mis sociedades son mis más grandes limitantes“, admite con franqueza.
Y deja un mensaje para quienes están pensando en emprender: “Hay que prepararse muy seriamente y tener paciencia“.