El primer paso ya está dado. Y va más allá de una simple frase: Leandro Paredes ya está en suelo argentino. Con un vuelo que aterrizó en Ezeiza cerca de las 7 de la mañana, el campeón del mundo se metió de lleno en una nueva etapa de su carrera: el regreso a Boca Juniors, el club que lo formó, lo lanzó y lo marcó para siempre. La promesa de volver en plenitud (cumplió 31 años hace unos días) se cumplió.
Ya no hay cláusulas por vencer, ni cifras por discutir. El mediocampista se desvinculó de Roma este martes y será, por los próximos tres años, uno de los referentes del equipo que ahora dirige Miguel Ángel Russo.
Atrás quedó la negociación que, por momentos, pareció estancarse. En silencio y con determinación, el volante resolvió su salida de Roma por una cifra inferior a la cláusula de salida que tenía vigente.
El arribo no fue el típico de un jugador top que vuelve al país. En el aeropuerto de Ezeiza, Paredes evitó el contacto con la prensa; salió por una puerta interna del aeropuerto y escoltado por personal de la AFA. El operativo, coordinado con discreción, buscó evitar desbordes innecesarios en un día que, para muchos hinchas de Boca, ya es histórico.
Desde el aeropuerto, el mediocampista pasó brevemente por el predio de Ezeiza para desayunar, saludó a conocidos de la Selección Argentina y luego se dirigió a su casa. Pero no hubo demasiado descanso: a media mañana se realizó la revisión médica y en cuestión de horas firmará su contrato por tres temporadas con el club de la Ribera. Un dato curioso: como es feriado, el centro médico Genea abrió sus puertas exclusivamente para hacerle los estudios correspondientes al mediocampista. En la puerta de esa clínica una multitud le ofreció los primeros gestos de cariño. En agradecimiento, Leandro accedió a fotografiarse con cara uno de ellos.
Luego, todo será una fiesta: la presentación oficial será este jueves a las 18 en La Bombonera, con entrada libre y gratuita para socios y no socios. El club espera una convocatoria masiva, como ocurrió en su momento con Carlos Tevez y Edinson Cavani. No es casual: Paredes, además de campeón del mundo, fue el segundo jugador más joven en debutar en la Primera de Boca, apenas con 16 años, en 2010.
Desde entonces, pasó por Roma, Empoli, Zenit, PSG y Juventus, además de ser parte de la Scaloneta que arrasa con todos los títulos: bicampeón de la Copa América, campeón de la Finalissima y campeón del mundo en Qatar.
Será una tarde de reencuentros, de emoción y de memoria. Porque para muchos hinchas, ver a Paredes de nuevo en la cancha que lo vio nacer es más que una incorporación de jerarquía. Es la concreción de la promesa de volver en plenitud, que en la mayoría de los casos, por diversos motivos, no se cumple. Y en el actual contexto de Boca, la suya es una llegada que ordena, jerarquiza y, sobre todo, ilusiona.
En lo futbolístico, la idea del cuerpo técnico es clara: Paredes no será apurado. Su último partido oficial fue el 10 de junio con la Selección ante Colombia, y desde entonces encadenó vacaciones en Miami, Buenos Aires y las Maldivas. Apenas hizo algunos trabajos livianos con Paulo Dybala en el predio de Ezeiza, pero lejos está de tener ritmo competitivo.
Por eso, se le diseñará un plan físico tipo pretemporada para que llegue en condiciones al tramo más exigente del Clausura. Si todo marcha bien, su debut oficial con la camiseta de Boca sería el domingo 10 de agosto ante Racing, en La Bombonera, por la cuarta fecha. Justo en el Día de las Infancias. Una fecha con peso simbólico para alguien que llegó al club con edad de niño y vuelve hecho hombre, padre, y campeón del mundo.
“Este es el momento”, repitieron en los últimos días desde su entorno. El Mundial 2026 está a la vuelta de la esquina, y Paredes, que hoy forma parte del círculo íntimo de Lionel Scaloni, entendió que para llegar pleno, debía jugar, tener continuidad y reencontrarse con sus raíces. Como lo hizo Ángel Di María con Rosario Central, él también eligió volver a donde empezó todo.
Y Boca, a través de una gestión personal de su presidente, Juan Román Riquelme, le abrió las puertas de par en par y solo esperó el momento justo para que se concrete esta incorporación. Con la mística de siempre, con una Bombonera que lo espera de pie, y con una hinchada que ya lo imagina otra vez tocando y organizando todo desde el círculo central.