4 agosto, 2025

Pilar Policano, la argentina de 17 años a la que algunos se animan a llamar “La Martha Argerich del violín”

Con sólo 17 años, un talento descomunal y una mezcla asombrosa de candor y lucidez, la violinista argentina Pilar Policano llegó a Buenos Aires la semana pasada. La esperan días intensos de música y emociones: el martes 5 de agosto a las 19 en la Torre YPF de Puerto Madero y el miércoles 6, a la misma hora, en el Salón de Actos de la Facultad de Derecho de la UBA (este último con entrada libre y gratuita) ofrecerá dos conciertos en el marco del décimo Festival Konex de Música Clásica y dedicados a compositores alemanes, de Bach a Mendelssohn, junto a Estación Buenos Aires, con dirección de su maestro Rafael Gintoli.

Después de cumplir con compromisos en el exterior, Pilar Policano volverá en octubre a su país para tocar el concierto de Chaikovski en Buenos Aires, San Juan y Paraná, con importantes orquestas y directores.

Alumna del prestigioso “Perlman Music Program Summer School” (EEUU), donde estudió con Itzhak Perlman y Li Lin, ganadora del Premio “Arthur-Waser” 2025, del Grand Prix en el quinto Concurso Internacional Yankelevitch, del primer lugar en la categoría Junior del Concurso Internacional de San Petersburgo y en Nouvelles Étoiles París 2022, entre muchos otros certámenes, Pilar ha dejado hace tiempo la categoría de promesa del violín para transformarse en una milagrosa realidad.

Al punto que algunos se animan a llamarla “La Martha Argerich del violín”. Sí, es enorme y tanto a su familia como a la propia Pilar no le gustan las comparaciones ni que le pongan semejante etiqueta. Lo que sí vamos a destacar es que hicieron un recorrido inicial parecido, ya que ambas se fueron a estudiar a Viena a la misma edad. El futuro dirá el resto..

La música como juego

Con su amado violín. Al año y medio, Pilar Policano jugaba a dirigir la Orquesta de Lanús junto a su madre. La música le entró por lo lúdico. Foto: Fernando de la Orden

Si tuviera que traer a la memoria un primer momento asociado con la música, Pilar afirma que no podría. Es lógico: una foto suya al año y medio, por ejemplo, la muestra “dirigiendo” junto a su mamá, Laura Minniti, la Orquesta Escuela de Lanús, que fue desde el inicio una extensión de su espacio de juego y amistad.

Recuerdo siempre estar rodeada de músicos y sobre todo de niños músicos”, dice, “entonces para mí la música nunca fue algo formal ni algo de los grandes, ni algo difícil. Porque si el otro niño podía, ¿por qué yo no?”. A los seis años y medio empezó a tomar clases en esa institución y enseguida disfrutó de todo como de un juego más. O, mejor dicho, del único que le interesaba.

Fue su maestra de la Orquesta Escuela, Carolina Yobanolo, quien la llevó a los 11 años a una masterclass con Rafael Gintoli. Enseguida el maestro reconoció la grandeza de Pilar y dijo que debía estudiar con él. Durante esos tres años el trabajo fue muy intenso, rápido y focalizado: “En un año pasamos del concierto de Haydn al de Sibelius. Y eso fue gracias a él y a sus locas ideas, pero que funcionaban”, dice ella.

Para continuar su carrera, Pilar Policano debía irse a estudiar a Viena. Sus padres y su hermano fueron con ella. Pero la madre aclara que fue una decisión de vida “familiar” y no personal de la violinista. Foto: Fernando de la Orden

-Más allá de lo técnico, ¿qué fue lo más importante que te enseñó?

-Cuando toca y cuando enseña, se nota cuánta alegría le trae eso, y la contagia a aquellos con los que comparte el escenario. Y también que la música no tiene por qué ser algo difícil. Eso me inspira muchas veces, porque uno puede pensar que las cosas se pueden complicar, pero el maestro siempre tiene una gran alegría.

-Es curioso, porque él también ha destacado la alegría que transmitís cuando tocás y cuando estudiás. Hay mucha gente que toca bien, pero a la que no le gusta estudiar y lo sufre. En este caso, no…

-No, para nada. La parte de practicar a veces se hace larga porque necesita mucho tiempo, pero me entusiasma mucho el proceso, no solamente presentarlo en el escenario. El proceso de trabajar la música es súper apasionante, encontrar cosas nuevas, querer hacerlo siempre un poquito mejor.

Y lleva muchas horas todos los días, pero mi cabeza siempre está ahí, porque así quiero que sea. Y, cuando me voy a dormir, ya quiero que ya sea el otro día, porque ya sé qué quiero estudiar, qué es lo que tengo que trabajar y mejorar. Y es así naturalmente. No es solamente por la disciplina: es que tengo la necesidad de hacerlo.

Con la familia a Viena

En sus conciertos en Buenos Aires, Pilar Policano interpretará música de compositores alemanes, de Bach a Mendelssohn, junto a Estación Buenos Aires, con dirección de su maestro Rafael Gintoli. Foto: Fernando de la Orden

Gracias a su determinación, y con el impulso de su entorno y de Gintoli, Policano audicionó con dos de los maestros más importantes de Europa y pasó la prueba en ambos casos.

El futuro era claro: Pilar debía mudarse a Austria para seguir sus estudios con el gran Boris Kuschnir en la Universidad de Artes y Música de Graz. Pero enseguida la necesidad individual se convirtió en un proyecto colectivo.

“Para nosotros la familia es súper importante”, dice Laura, su madre. “Creemos que los niños se tienen que desarrollar equilibradamente. Y no creíamos que a los catorce años Pilar se tuviera que ir sola, porque iba a ganar en música, pero iba a perder en muchas otras cosas. Y ella tiene que ser una persona equilibrada para crecer en todo. Finalmente, las cosas se fueron dando. Siempre le dijimos que nos íbamos pero no por su decisión personal, sino por nuestra decisión familiar, para que si un día decidía que no quería más, eso no le pesara”.

Con la única ayuda de la Beca Grüneisen del Mozarteum Argentino (institución que apoyó su desarrollo desde 2021) y unos ahorros, sin conocer el idioma ni tener contactos allá, Pilar, sus padres y su hermano se trasladaron a Viena en 2022 para empezar una nueva vida.

Felicidad. Pilar Policano disfruta de estudiar y tocar y esa es la energía que transmite en sus conciertos. Foto: Fernando de la Orden

Antes de viajar, Pilar cursaba en una institución argentina su secundario a distancia, que tiene previsto finalizar a fin de año. En su tiempo libre, recorre salas de concierto y ópera de la capital austríaca, lee o escucha música y sale con amigos.

Muchos me preguntan si no siento que me falte algo porque le dedico mucho tiempo a esto, y la verdad es que no. Siento que, por el contrario, tengo mucho más gracias a la música y a todo lo que hago, a todas las actividades, amistades o experiencias que no hubiese tenido si no fuera por esto. Siento que soy muy afortunada”, afirma.

Al mismo tiempo, le llama la atención que amigos de su edad, también músicos, no consuman música clásica fuera de estudios o conciertos.

“Cuando preguntan ‘¿qué música ponemos en el auto?’ todos quieren escuchar pop o lo que sea, que está bien para mí, pero cuando yo propongo escuchar una sinfonía de Rachmaninov me miran como diciendo ‘¿cómo vas a escuchar música clásica cuando podés evitarlo?’ Y yo no lo entiendo, no lo puedo creer. Todo el tiempo que no estoy tocando estoy escuchando música clásica”.

Pilar Policano junto al Papa Francisco, en Praga, en 2023.

-Estuviste hace unos años con el Papa Francisco en Budapest…

-Sí, recuerdo que me encantaba escuchar su acento porteño exactamente igual al nuestro, que fue muy cercano él conmigo, que le gustó lo que escuchó. Estuvo muy amable, me deseó lo mejor y fue muy lindo recibirlo de él, que fue tan importante.

Últimas Noticias
NOTICIAS RELACIONADAS