En el mundo del fútbol, las victorias se celebran en el campo, pero a veces también fuera de él. La noche porteña suele ser escenario de encuentros, risas y, claro, polémicas. Y anoche no fue la excepción. Un conocido mediocampista chileno de Boca Juniors fue visto entrando al club nocturno más famoso del país, Cocodrilo.
Habría asistido en compañía de un amigo y dos señoritas. El tweet de Pablo Carrozza no tardó en viralizarse y prender la mecha en las redes sociales. ¿Qué pasa cuando un jugador se convierte en noticia no por sus goles o asistencias, sino por sus salidas nocturnas? ¿Celebración legítima o distracción que podría costar caro?
El futbolista en cuestión es Carlos Palacios Núñez, extremo mediocampista que llegó a Boca a finales de 2024 con grandes expectativas. Sin embargo, su rendimiento en el campo no siempre ha estado a la altura, y en más de una ocasión ha sido señalado por falta de compromiso o actitudes cuestionables.
En esta ocasión, las cámaras y los testigos lo ubicaron en el corazón de la movida nocturna porteña, festejando con entusiasmo el “buen momento” que atraviesa el club. El periodista Pablo Carrozza fue quien primero hizo eco de la situación con un tweet bastante directo y contundente.
“Anoche el chileno Palacios fue a festejar el buen momento de Boca a Cocodrilo. Llegó al club nocturno más famoso del país con un amigo y dos señoritas. A la hora de jugar siempre tiene un problema. Pero al momento de irse de joda siempre está a disposición. Un irresponsable.” Expresó Pablo.
Esta afirmación encendió el debate entre hinchas, periodistas y analistas deportivos. Por un lado, están quienes defienden que un jugador también es persona y tiene derecho a disfrutar, desconectarse y festejar con sus amigos. Por otro, los que exigen profesionalismo absoluto, sobre todo en un club como Boca.
Lo cierto es que esta situación abre una reflexión más amplia sobre la vida privada de los futbolistas y hasta qué punto sus actos fuera de la cancha deben influir en el juicio público sobre su profesionalismo. Más aún, en un club donde cada error es amplificado y cada acierto se celebra como un logro colectivo.