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Francisco buscaba que los entierros representen la imagen de un “pastor y no el de un poderoso hombre de este mundo”.
Tras la muerte del papa Francisco a los 88 años, se activará por primera vez un protocolo fúnebre que él mismo reformó, con el objetivo de simplificar el rito. Las modificaciones, introducidas en abril de 2024 y aprobadas formalmente en noviembre del mismo año, reemplazan prácticas tradicionales que se mantuvieron sin cambios durante siglos. Con su reforma, Francisco buscaba que los entierros representen la imagen de un “pastor y discípulo de Cristo y no el de un poderoso hombre de este mundo“.
El nuevo Ordo Exsequiarum Romani Pontificis establece procedimientos más íntimos y simbólicos para las exequias del Sumo Pontífice. Uno de los cambios más significativos es el traslado del acto de verificación de la muerte desde la habitación papal a su capilla privada, en un gesto que busca mayor intimidad.
Además, el cuerpo será depositado directamente en un ataúd único de madera con revestimiento interior de zinc, en lugar de los tres féretros tradicionales —de ciprés, plomo y roble— que se utilizaban desde la Edad Media.
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Durante el período de veneración pública en la Basílica de San Pedro, el cuerpo ya no estará expuesto sobre un féretro elevado, sino dentro del ataúd abierto. Tampoco se colocará el báculo papal junto a él, y el féretro será sellado la víspera de la misa funeral.
El funeral
El funeral se llevará a cabo en tres etapas: comenzará en la residencia del Papa, continuará en la Basílica de San Pedro y concluirá en el lugar destinado para su sepultura. Francisco había manifestado su deseo de ser enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor, una de las iglesias más representativas de Roma, la cual solía visitar con frecuencia antes de emprender sus viajes pastorales.
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De acuerdo con lo establecido en la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, promulgada por San Juan Pablo II en 1996, corresponde a los cardenales decidir la fecha en que el cuerpo será trasladado a la Basílica de San Pedro, lo cual debe suceder entre el cuarto y el sexto día luego del fallecimiento. A partir de ese momento, se inicia el período de las novendiales, nueve jornadas consecutivas de Misas ofrecidas por el alma del Papa fallecido.
Por otro lado, el protocolo contempla medidas estrictas en cuanto a la cobertura por parte de los medios. Está terminantemente prohibido captar imágenes o realizar filmaciones del Pontífice en estado crítico o ya muerto, a fin de preservar la seriedad y discreción que requiere el rito.
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